La pandemia del coronavirus ha supuesto un cambio de era. Ha supuesto un cambio disruptivo que afecta a todos los ámbitos de nuestras vidas, y por supuesto; a los estilos de liderazgo y al rol de las empresas en la sociedad.
Esta crisis ha disparado por ejemplo, una ola de solidaridad y colaboración poco conocida en las empresas en tiempos de bonanza. Empresas textiles, de alimentación, telefonía, productos sanitarios, hoteles, bancos, aseguradoras, pymes, autónomos y voluntarios de toda condición han tomado la iniciativa para aportar recursos materiales, económicos, apoyo logístico o asistencial para mejorar la situación de la población afectada por la crisis.
Son acciones que van más allá del filantropismo, del interés reputacional, del cumplimiento de requisitos de responsabilidad social corporativa o del interés económico a medio plazo. Son acciones que transcienden a los objetivos tangibles y económicos de las empresas, y que las podemos enmarcar dentro de una función social que la sociedad actual espera de las empresas más influyentes.
Esta tendencia hacia una mayor responsabilidad social de las empresas es cada vez más clara en las empresas en general. Es una responsabilidad que adquieren las empresas escuchando una demanda social y de sus clientes que esperan comportamientos solidarios de las empresas que tienen como referencia.
Clientes, que gracias a la tecnología y las redes sociales, han adquirido superpoderes y tienen gran capacidad de influir en las empresas determinando sus comportamientos. Porque hoy; los inversores, empleados, colaboradores y clientes no se conforman con que las organizaciones que eligen para invertir, trabajar, colaborar o comprar les presten únicamente productos y servicios innovadores de calidad que les aportan valor.
Quieren también conocer los valores de la organización, su misión y los fundamentos de sus negocios. Buscan empresas que creen valor no solamente para ellos, sino también quieren que creen valor para la sociedad en su conjunto, y que se sientan corresponsables de los problemas complejos y globales que nos afectan a todos.
Así qué son cada vez más las empresas que incorporan la responsabilidad social como algo consustancial a su razón de ser. Empresas para las que el modelo tradicional de maximización a corto plazo del beneficio del accionista ha quedado corto y está mutando hacia un modelo más socialmente responsable, más sostenible y más global que tenga en cuenta el servicio a la sociedad en su conjunto.
Esta crisis de la COVID-19 es un impulso a la empresa social, que es aquella que tiene entre sus objetivos primordiales generar un impacto positivo para la sociedad y actuar con responsabilidad ante los problemas del ecosistema del que forman parte.