METALIDERAZGO; EL LIDERAZGO PARA EL CAMBIO

Los tiempos de cambio son tiempos de incertidumbre y miedo. Cuando el cambio además lo produce una causa inesperada de consecuencias incalculables a nivel económico y social, como la pandemia del coronavirus, la incertidumbre se convierte en inseguridad.

Cuando nos falta la seguridad  buscamos un liderazgo fuerte que nos saque de la intranquilidad del -no saber- y nos conduzca hacia la certidumbre. Buscamos escenarios en los que, al menos, se puedan utilizar modelos de referencia basados en probabilidades para ganar perspectiva y poder tomar decisiones razonadas.

El liderazgo para liderar situaciones de crisis se debe fundamentar en la búsqueda del interés común y en la ética. Ha de ser un liderazgo ético, porque el líder debe abandonar totalmente sus intereses individuales y se debe focalizar única y exclusivamente en el interés común.  No debe existir para él un conflicto de interés en ninguna de las posibles alternativas de solución, ya que la única y exclusiva misión suya será trabajar para la salida de la situación de crisis general de la manera más eficiente posible.

Es particularmente importante un liderazgo ético en momentos de cambio dramáticos, porque estos cambios producen coyunturas propicias para obtener beneficios individuales debido al grado de excepcionalidad en el que se vive; que obliga a poner el foco en la solución permitiendo medios laxos para alcanzarla.

Desde la perspectiva del liderazgo ético de servicio resulta imposible perseguir simultáneamente el bien común y servirse a sí mismo. La resolución de este dilema de conflicto de interés debe ser planteada con anterioridad a la asunción de la responsabilidad de liderar el cambio de una crisis del calibre de la del coronavirus.

Tener un interés particular ante una crisis generalizada es un impedimento para alcanzar una salida eficiente. Porque no es posible buscar un interés particular y alcanzar al mismo tiempo la solución más eficiente de una crisis transversal profunda.

El líder del cambio debe saber que una vez concluida la transición él no seguirá siendo el líder en la post-crisis.  Lo cual, además de contribuir a ganarse la autoridad y credibilidad de los suyos, también permitirá ganar clarividencia para tomar decisiones que no estén sesgadas por sus intereses personales.

El líder para el cambio tiene que elegir entre soluciones que no son; ni únicas, ni óptimas.  Y por tanto, llegado un momento, deberá elegir entre varias alternativas, que aunque todas solucionen el problema, unas le beneficiaran mas que otras y por tanto sus decisiones estaran influidas por su interes particular.

Porque gestionar el cambio es gestionar las consecuencias del cambio. Por eso el líder para el cambio no puede tener intereses futuros derivados de las consecuencias producidas por su gestión de la crisis. Es por ello condicion para que la solución sea lo más efectiva posible, que el líder que gestione el cambio no tenga posibilidad de beneficiarse de su gestión exitosa de la crisis.

En un sistema de percepciones sociales como el que vivimos y en una situación tan dramática como la que nos encontramos, que requiere inexcusablemente de sacrificios dolorosos para todos, resulta incompatible; liderar la crisis de una manera eficiente  y gestionar sus propias expectativas futuras de liderazgo para seguir siendo el lider también en la post-crisis.

La salida eficiente de una crisis como la del coronavirus requiere de líderes que entiendan que su posición de liderazgo termina con la resolución de la crisis, porque su misión como líder para el cambio es únicamente liderar el cambio con la máxima eficiencia.

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